jueves, 20 de marzo de 2008

ಕಾಮೋ cobrar

“Decálogo del diseñador que cotiza”
Diez aspectos a tener en cuenta al calcular el precio de un trabajo de diseño.
Este artículo es un complemento de otro sobre como calcular un precio para un servicio de diseño.
Además de las horas de trabajo que específicamente se le dediquen a un proyecto ¿Cuáles son los aspectos
fundamentales que se deben tener en cuenta al construir un precio?
1. Costos
Un costo es todo aquello que pagamos para mantener el estudio andando y todos lo insumos que usamos
para concretar un proyecto. Los costos pueden ser directos o indirectos, fijos o variables y además
pueden estar visibles u ocultos. Es de suma importancia tomarnos el tiempo que haga falta para calcular
bien al detalle los costos. Hay casos sobre todo en los diseñadores que recién se inician, que aún ejercen
desde la casa de sus padres por ejemplo, en donde se puede caer en la trampa de no tener en cuenta los
costos del espacio físico, que a pesar de no ser afrontados directamente deben tenerse en cuenta porque
alguien los paga. Además no hacerlo desvirtúa el resultado final del presupuesto dando una cifra muy
baja que jamás permitirá al joven diseñador modificar su situación presente.
2. Ganancia
No, no es de lo que se debe vivir. Hay que vivir del diseño, con lo cual los gastos personales y los de las
personas que se tengan a cargo como hijos, deben salir de un sueldo que se fija el propio diseñador. Éste
debe ser suficiente para suplir la alimentación, el vestir, el esparcimiento, etcétera. Si se fija uno muy
alto quedará desfasado. Debe ser acorde a los valores del mercado, que generalmente son bajos. Los
sueldos se cuentan entre los gastos fijos. APARTE DE ESTO HAY QUE OBTENER UNA
GANANCIA. El fin de toda empresa es ganar dinero, con lo cual deben fijarse niveles de ganancia que
permitan que el trabajo además de permitir vivir deje un margen razonable. Margen que puede ser
utilizado para hacer crecer la empresa en un futuro, o simplemente para que sirvan de colchón ante
eventuales crisis en el mercado. Lo que se pierde en una crisis justamente son márgenes de ganancia, que
luego se recuperan. Obviamente si ese margen no existiera el estudio de diseño ante una crisis daría
pérdida y se iría al quiebra. No se puede sostener una actividad a pérdida por mucho tiempo. El destino
de la ganancia acumulada es algo a revisar cada tanto y se debe estipular en una planificación a mediano
y largo plazo. Los márgenes de ganancia en la mayoría de las industrias rondan el 30% del precio final
del servicio. Pero en diseño por ser una práctica profesional con mucho riesgo, este porcentaje puede
resultar bajo. No es de riesgo físico como el de un doble de cine, pero se debe medir el riesgo de perder
un cliente y calcular el costo y el tiempo que implica conseguir uno nuevo. En diseño el margen de
ganancia debe ser muy amplio porque no se gana por volumen de ventas como en un supermercado, sino
que se gana por calidad de servicios personalizados, con lo cual podría decirse que el diseño está en el
polo opuesto a un supermercado. Por eso es algo difícil de entender a aquellos diseñadores que hacen
una “macdonalización” de su oferta al mercado.
3. Experiencia
No es lo mismo estar en el inicio de una carrera que casi llegando al final. Tampoco es lo mismo contar
con un portfolio que incluya proyectos de gran responsabilidad económica o de gran implicancia social,
que otro con bocetos estudiantiles o pequeñas piezas, de reducida tirada y para una distribución zonal. Se
aconseja sumar al precio entre un 1.5 y un 2.5 % por año de ejercicio profesional. Esto da como
resultado presupuestos de profesionales que tienen 10 años de experiencia entre un 15 y un 25 % más
altos sobre los de sus pares nóveles. Es una simple sugerencia, la realidad es que no hay reglas fijas para
este tipo de cálculos. En la cotidianeidad del ejercicio profesional se encuentran casos con diferencias
muy notorias tanto para arriba como para abajo.
4. Servicio ofrecido
Este es un punto muy importante dada la amplia oferta de servicios de diseño que existe actualmente en
el mercado. El diseño hoy es un muy amplio espectro de especialidades que se suman a las ya
tradicionales clasificaciones como el gráfico o el industrial. Hoy hay diseñadores especializados en por
ejemplo “renderización 3D”, cosa que no existía hace pocos años atrás. Este tipo de especializaciones
que conllevan una gran inversión en formación, actualización y herramientas específicas, hacen que sea
distinto el análisis de costos y amortizaciones en comparación con las más tradicionales, donde la
información y la formación es mucho más accesible, además de utilizar herramientas que se encuentran
dentro de un estándar mucho menos específico. Al cambiar los costos por estas diferencias obviamente
los precios finales se verán afectados.
5. Habilidad o destreza
Si uno es el mejor en lo suyo el precio debe reflejarlo. Hay diferentes tipos de profesionales, para cada
tipo hay un mercado. En algunos casos las empresas buscan al profesional más destacado de un área
específica para legitimar en parte el proyecto, por lo cual si se encuentra en una situación de
reconocimiento por parte de un sector del mercado ¡cobre por ello! Hay diferencias de hasta un 800%
entre presupuestos sólo por este ítem y no es exageración.
6. Formación académica
¿Cuánto costó su formación académica? ¿Alguna vez se detuvo a hacer el cálculo concreto? Y no sólo es
dinero lo que debe tenerse en cuenta, a pesar de que todo (o casi) puede traducirse a este parámetro. El
esfuerzo, el compromiso, el nivel académico de la formación que le permite desarrollar hoy su profesión
con el nivel de conocimiento que posee son valuables y apreciables. Debe encontrar la forma de poder
ponerle un precio a este ítem. No se pretende que los clientes paguen por la formación de cada
profesional, esto ha sido (y lo es a lo largo de toda la carrera) una inversión. Tampoco se está
sobrevalorando al academicismo, hay idóneos con un alto nivel de profesionalización, mucho mayor
incluso al que poseen quienes ostentan un diploma universitario. Pero la formación, ya sea formal o
autodidacta, es un valor que se transmite en forma de beneficios para el cliente y el cliente del cliente. Se
nota claramente en los resultados obtenidos al realizar un trabajo. Es frecuente encontrar ofertas de
“profesionales” cuya inversión en formación ha sido un breve curso de algún software de diseño y el
resultado desde el punto de vista formal del diseño y la comunicación es muy cuestionable. Pues aquí
cabe reflexionar un poco acerca de que significa “ser un profesional” para cada uno y qué porcentaje se
sumará a los presupuestos por ello.
7. Demanda
El diseño es como todo servicio profesional una actividad destinada a generar un cambio benéfico en la
vida de las personas. Por ello se paga. Por la promesa de un beneficio futuro. ¿Quién podría resistirse a
un cambio benéfico en su vida o en su empresa? Pues contrariamente a lo que indica la lógica mucha
gente. El diseño se basa en la innovación y el cambio, pero la resistencia natural al mismo por parte de la
inmensa mayoría de los seres humanos hace que el mercado demande muy poco diseño en relación al
cambio benéfico que genera. Por lo tanto la demanda es menor a lo que debería. En algunos casos más
que en otros obviamente, pero nunca sobran clientes. De ser así podría ponerse el precio arbitraria y
unilateralmente. Pero la demanda del mercado, junto con el ítem subsiguiente, pone un freno a las
ambiciones económicas de los profesionales. Aquí contrariamente a lo que se viene exponiendo hay que
tener en cuenta cuánto se va a restar al precio final. Es conveniente pensar en una banda de fluctuación
más que en un precio único, esta fluctuación marcará fundamentalmente el piso del presupuesto, aquel
límite que no se debe sobrepasar.
8. Oferta
Hoy en día no existe un segmento de mercado dentro del ámbito de incumbencia de un diseñador que
esté por debajo del nivel mínimo de oferta. ¡Hay diseñadores por todos lados! Y la oferta sigue en alza.
El mercado es cada vez más competitivo, las universidades y los institutos tanto privados como estatales
se preocupan por mantener alta la matrícula de alumnado, en ambos casos porque de eso se trata su
negocio. El resultado es una horda ingente de nuevos diseñadores que salen de los claustros todos los
años para enfrentar un mundo cada vez menos permeable. Obviamente compiten por su lugar. Depende
de nuestro posicionamiento se puede dar el caso de que compitamos también con colegas del exterior.
Como si esto fuera poco empresas fabricantes de software y hardware de oficina incluyen y
comercializan actualmente paquetes de servicios en donde se enseña y ayuda a los usuarios a resolver
por sus propios medios gran parte del trabajo que antes resolvía si o si un diseñador. Muchos dirán, eso
no es diseño y coincido con ellos, pero si es claramente competencia inesperada. Como en el caso
anterior, esto resta, no suma. Es algo a tener en cuenta para no quedar desfasado en el segmento de
mercado con el que se está trabajando, que seguramente está por debajo de los niveles lógicos de
rentabilidad.
9. Tamaño y exigencia del cliente
Los clientes son como los hijos. Clientes chicos, problemas chicos. Clientes grandes, problemas grandes.
Las grandes empresas demandan grandes soluciones y asimismo grandes presupuestos. Una gran
empresa sea del rubro que sea, se rige por estrictos manuales de normas y procedimientos. Cumplir con
los requisitos que exigen esos manuales es costoso porque requiere de una estructura y una organización
a la altura de las circunstancias. También es necesario prever el volumen de trabajo que el cliente nos
puede llegar a dar a lo largo del tiempo. Hay dos razones fundamentales para esto, una es nuevamente la
estructura y los recursos fundamentalmente humanos que va a demandar y otra para encontrar el nivel
óptimo de rentabilidad ante esos niveles de exigencia. Para no errar lo mejor es realizar un análisis muy
realista de los costos involucrados.
10. Alcance y complejidad del proyecto
La conceptualización y la resolución visual de una campaña a nivel nacional para una empresa
multinacional. El volante para la casa de comidas de la otra cuadra. La imagen corporativa y su sistema
de aplicaciones para una empresa de venta de servicios masivos de salud. Los carteles interiores para el
comercio de un familiar. No hace falta explicar demasiado, es bastante obvio que estos proyectos no
implican el mismo nivel de responsabilidad, complejidad y por ello (otra obviedad) de precio. Es
necesario ajustar los criterios de cotización al cliente y al proyecto. No se trata de “ajustar la pedrada al
tamaño del sapo” sino más bien de prever las posibles implicancias económicas que pueden derivar de
un involuntario error en la producción, por ejemplo. Hay que manejar márgenes lo más amplios posibles
mientras más grande sea el proyecto. Por eso es tan difícil poder estimar un traifario o baremo en
servicios diseño, porque las características de cada proyecto en particular son tan diferentes como las
empresas que los solicitan y los profesionales que los brindan.
Alejandro Bottini
Consultor en Gestión del Diseño y Comunicación Visual.
Desarrolla su profesión desde temprana edad, trabajando durante ocho años en agencias de publicidad de primer nivel. Fundó varias
empresas relacionadas al diseño, los medios de comunicación y la gráfica desempeñándose como Diseñador, Director de Arte,
Comunicador Visual, Ilustrador y Consultor. Preside actualmente AB-CD, Alejandro Bottini Comunicación & Diseño, aliado a
profesionales del marketing y la gestión de la calidad. Trabaja para una diversa cartera de clientes locales e internacionales, siendo
responsable de la gestión de imagen y marca en diferentes medios: gráficos, audiovisuales y digitales. Actualmente es profesor titular de
la cátedra sobre Gestión del Diseño Gráfico en la Fundación Gutenberg.
Se lo puede ubicar a través del (+54) (911) 15-6361-9270 y de alebottini@ab-cd.com.ar
© Alejandro Bottini, 2007. Todos los derechos reservados.

lunes, 10 de marzo de 2008

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